¿Qué pasa con el ADA en casa? Un llamado a la reflexión y al aliento

¿Qué pasa con el ADA en casa? Un llamado a la reflexión y al aliento

Por. Mg. Elmer Barboza.
El fútbol es la pasión de multitudes, y en Jaén, el ADA se ganó con justicia el título de equipo del pueblo. Tras su histórica coronación como campeón en la Copa Perú, la Municipalidad, con esfuerzo y escasos recursos, reconstruyó el estadio Víctor Montoya Segura, pensando en grande: en regalarle a Jaén fútbol profesional y alegría desde las tribunas. Entonces, ¿qué está pasando?

Pero la realidad aún está en deuda. En lo que va del año, jugando en casa, el ADA solo ha ganado una vez. El resto han sido empates frustrantes y derrotas amargas. Curiosamente, fuera de Jaén, los resultados mejoran.

Hay quienes dicen que la presión en casa es demasiado fuerte. Desde el primer minuto, los jugadores sienten no solo la camiseta, sino también los gritos, los insultos, la impaciencia. Otros señalan que la prensa local no construye, sino que critica sin tregua, alimentando una atmósfera pesada que afecta emocionalmente a los jugadores. Incluso hay quienes se preguntan si algo energético o simbólico no está interfiriendo, al tratarse de un estadio reconstruido, quizá sin el ritual ni el respeto que merece un espacio deportivo tan significativo.

Lo cierto es que algo debe cambiar. Y no solo en la cancha. El primer cambio debe venir desde las tribunas y los micrófonos. Los hinchas deben entender que apoyar no es exigir con gritos, sino levantar al equipo en los momentos más difíciles. Que cuando el equipo sienta que el pueblo lo respalda, podrá jugar con el corazón y no con el miedo.

Existen casos similares. El histórico Alianza Lima, por ejemplo, vivió años en los que jugar en Matute se volvió una presión insoportable. Solo tras trabajar el apoyo emocional de los jugadores y cambiar la narrativa de sus hinchas, volvió a ser fuerte de local.

Por eso decimos con fuerza: ¡Sí se puede, ADA!, pero no solos. Para que el equipo del pueblo levante cabeza, se necesita una hinchada que aliente con fe, no que presione con gritos; una prensa que construya esperanza, no que alimente el desánimo; y un equipo que reciba apoyo emocional para transformar la ansiedad en confianza. Porque el fútbol también se juega con el alma. Y ese corazón ya lo están poniendo su presidente, Rony Lavan, y la junta directiva, con sacrificio económico, entrega familiar y pasión por Jaén. Ahora nos toca a todos ser parte de esta lucha. Juntos, sí se puede.

Este es el momento de unirnos por el equipo del pueblo. Que Jaén no sea solo tierra de campeones del pasado, sino de fe, esperanza y coraje. Porque ganar empieza desde la tribuna y desde el corazón.

¡ADA no juega solo, Jaén juega con él!