
Por: Mg. Elmer Barboza Carranza
Cuyumalca, en Chota – Cajamarca, es la cuna viva de las rondas campesinas y símbolo de lucha organizada. Desde 1976, este pueblo respondió con justicia comunitaria y coraje rural ante el abigeato, la dictadura de Morales Bermúdez y el avance del terrorismo. Mientras el país sufría el terror de Sendero Luminoso y el MRTA, Chota resistía unida, con dignidad y firmeza.
Ese legado no puede quedar solo en los libros ni en la memoria oral. Hoy, cuando se habla de desarrollo, descentralización y oportunidades en los pueblos, el turismo vivencial, costumbrista e histórico aparece como una industria dormida que espera decisión política para despertar. La Ruta del Rondero, planteada como propuesta de Desarrollo Económico.
Pero esta apuesta, como todo en política pública, necesita más que buenas intenciones. Necesita inversión, planificación y articulación real entre los niveles de gobierno. Se requiere el saneamiento de caminos, la elaboración de perfiles técnicos, capacitación a los actores locales y, sobre todo, una voluntad política firme para convertir esta visión en una realidad que beneficie a las familias de Cuyumalca y convierta a Chota en una nueva estrategia de desarrollo.
La experiencia ha demostrado que los ronderos y ronderas no temen al trabajo ni al compromiso. Ya lo hicieron una vez, defendiendo la vida y la paz. Hoy, están listos para escribir una segunda etapa de su historia: organizarse en torno al desarrollo productivo y turístico, especialmente con iniciativas de agricultura orgánica y turismo rural comunitario. Casas habilitadas para el alojamiento vivencial, rutas interpretativas con identidad, gastronomía local, relatos vivos de la resistencia campesina: todo está listo, solo falta decisión.
El Estado debe entender que la riqueza de un pueblo no solo se mide en recursos naturales, sino también en su memoria colectiva, su capacidad organizativa y su potencial turístico-cultural. Cuyumalca ofrece todo eso, y más.
Desde esta tribuna hacemos un llamado directo a las autoridades municipales, regionales y nacionales: activen los mecanismos para concretar esta ruta turística con visión de futuro. Que se trabaje con los ronderos, que se les escuche, que se invierta en ellos. Si se hizo con éxito en la Ruta del Café en Jaén y San Ignacio, también puede hacerse aquí. Porque si hay algo que la historia ya nos enseñó es que cuando hay voluntad y decisión política, sí se puede.