Cuyumalca rinde homenaje a Orfelina del Carmen Carranza Edquén, símbolo de lucha y solidaridad

Cuyumalca rinde homenaje a Orfelina del Carmen Carranza Edquén, símbolo de lucha y solidaridad

Hoy nos reunimos para rendir homenaje a una mujer cuyo legado trasciende el tiempo y se siembra en cada rincón de nuestro Centro Poblado. Una mujer que, con su fortaleza, valentía y amor incondicional, se convirtió en una líder de la esperanza y guía para quienes la conocieron. Orfelina del Carmen Carranza Edquén, madre, abuela, bisabuela y tatarabuela, símbolo de la lucha por la justicia, la solidaridad y la igualdad.

Ella nació el 16 de julio de 1936 en la estancia de Cuyumalca, Chota, Cajamarca, un día en que el sol brillaba con especial fuerza, coincidiendo con la festividad de la Virgen del Carmen. Desde su primer aliento, su vida estuvo marcada por el esfuerzo, la generosidad y un amor incondicional hacia su familia y su comunidad.

Hija de Patricio Carranza Saldaña, teniente gobernador por 22 años de esta jurisdicción llamada en ese entonces estancia de Cuyumalca, y de Felicitas Donaila Edquén Núñez, natural de Santa Clara hoy distrito de Chalamarca, Orfelina fue testigo desde pequeña del compromiso de su padre con la justicia y el respeto a los derechos del campesinado. Su madre, siempre dedicada al hogar y a su familia, también fue una gran influencia en su vida, enseñándole los valores de la solidaridad y el trabajo incansable.

Desde su niñez, Orfelina del Carmen se distinguió por su inteligencia y su capacidad para aprender, a pesar de no haber recibido educación formal. Su destreza en las matemáticas la llevó a colaborar con su padre, Patricio Carranza, quien desempeñaba funciones de gobernador de esta jurisdicción. No solo dominó las operaciones matemáticas, sino que también fue un apoyo fundamental en su juventud, recorriendo a pie las comunidades cercanas como Rojas Pampa, Chaupelanche y Negro Pampa y otras, llevando mensajes y documentos importantes para los dirigentes de la época.

A los 16 años, aun siendo adolescente, contrajo matrimonio con Faustino Barboza Fustamante, dando inicio a una nueva etapa llena de sacrificios, desafíos y dedicación. La vida la probó con adversidades, pero Orfelina nunca cedió. A una edad temprana quedó viuda, pero lejos de rendirse, se levantó con una fortaleza inquebrantable para sacar adelante a sus diez hijos. Se dedicó al comercio de quesos, cuyes y gallinas, recorriendo a pie la carretera de Cuyumalca a la ciudad de Chota, llevando alimento no solo a su familia, sino a muchos otros, demostrando que el amor no solo se predica, sino que se demuestra con cada acción cotidiana, experta en la preparación del cuy frito y sin duda estricta con la buena alimentación de sus animales.

Fue una mujer de carácter fuerte y franco. No temía decir la verdad, aunque a veces su sinceridad era dura. Sin embargo, su sabiduría, sus consejos y su sonrisa traviesa siempre acompañaban sus palabras. Orfelina fue testigo del crecimiento de su numerosa descendencia: diez hijos, Cesar Ulises, Marcial, Delmira, María Isela, Elí Cristóbal, Néstor Aníbal, Juan del Carmen, Rosa Vilma, Alberto Magno y Elmer Barboza Carranza, treinta y seis nietos, cuarenta bisnietos y una tataranieta. Cada uno de ellos lleva consigo un pedazo de su amor, de sus enseñanzas y de su ejemplo de vida.

Uno de los momentos más significativos de su vida fue su papel fundamental en la organización de las Rondas Campesinas. El 29 de enero de 1977, su casa se convirtió en el escenario de la primera reunión para consolidar la ORGANIZACION, y allí, con su carácter firme y su visión clara, Orfelina colaboró con logística, alimentación de los campesinos para defender sus derechos y su dignidad. Orfelina del Carmen Carranza Edquén, conjuntamente con otros vecinos fue no solo testigo, sino pilar fundamental en este proceso que transformó la vida de miles de peruanos.

El 9 de octubre de 2024, el mundo perdió a una mujer excepcional, pero su legado sigue vivo. Hoy, al recordarla, Orfelina no solo es la madre que nos guio, sino un símbolo de lucha, amor y valentía para todo el Centro Poblado. Su vida fue una manifestación constante de sacrificio, de entrega, de generosidad y de fortaleza. Nos dejó una enseñanza profunda sobre cómo enfrentar las adversidades con dignidad y amor, sobre la importancia de la solidaridad y la unidad de su familia y de la comunidad.

El legado de Orfelina del Carmen Carranza Edquén nos inspira hoy y siempre a seguir luchando por lo justo, a cuidar a nuestros seres queridos y a estar al servicio de los demás. Que su historia se convierta en un pilar para todas las mujeres, para los ronderos, y para toda la organización, porque, como ella nos mostró con su ejemplo, todos podemos ser personas de cambio y transformadores de nuestra historia.

Gracias, madre, por tu vida, por tu amor y por habernos dejado un legado de esperanza y enseñanzas que perdurarán por siempre. No solo eres un ejemplo para nuestra familia, sino también para una de las organizaciones más trascendentes de nuestro país: las Rondas Campesinas. Tu huella está presente en cada acción y en cada corazón que has tocado.

Te agradecen,

Tus hijos, hijos políticos, nietos y bisnietos.